Por Juan Tomás Valenzuela
Donde Danilo Medina
ponga sus patas de puerco,
Marino, su lambón terco,
se arrastra en forma canina.
“Si necesita letrina,
yo fiel le ofrezco mi boca
y si pretende hacer coca
al erario nacional,
solo hágame una señal
y entramos en la cogioca”
Si el hombre se tira un peo,
Marino sale expedito
y se lo huele todido
aunque le ataque un maréo.
Para este hombre es un buféo,
aunque carente de lógica,
que en las ganas fisiológicas,
este ungido presidente,
lo use a él de recipiente
por su actitud coprologica.
“Yo le cedo mi cabeza
para usarla de escalón,
sea un acto de corrupción
o una visita sorpresa.
Mi moral se siente ilesa
al expresar mi lealtad
y hablo con sinceridad
sobre este ser tan sublime,
aún con esto legitime
toda mi mediocridad”.
“Si necesita un lacayo
parado frente al cañon,
yo me brindo de lambón,
aún venga y me parta un rayo”.
“Tíldenme de pariguayo,
hagan memes si es preciso,
que Danilo trapee el piso
con esta humilde figura,
me genera una ricura
que afianza mi compromiso”.
“Yo les juro por mi madre
y por mi sueldo lujoso,
que aquí, ni Martínez Pozo
es más fiel a mi compadre”.
“Danilo es más que mi padre,
pues gracias a sus favores,
estoy entre los señores
más serios de este negocio,
al lado de grandes socios,
truhanes y desfalcadores”.
Juan de los Palotes
26 noviembre 2018