Por Andrés L. Mateo
La competencia es cerrada, pero Roberto Salcedo debe ser uno de los funcionarios más despreciables del bestiario político oficialista.
Únicamente aparece en período de elecciones, tan pronto gana se desaparece, y ni siquiera a las sesiones de la Sala Capitular asiste.
Es cínico, indolente, y frío. Mediocre de tomo y lomo. La peor casta de político que le pueda tocar a un país. Se pavonea montado en una Van que es desde donde despacha, y ni siquiera sus propios compañeros de partido lo soportan. Un asco.
Únicamente a un personaje semejante se le ocurre burlarse del país con una graduación fingida de alfabetizados.
Es una lástima que los ciudadanos, de todos los partidos, no den un ejemplo contundente contra ése inmoral.
Instrumentaliza la pobreza de la gente, se aprovecha de la indefensión de los pobres, se mofa sin piedad de los desvalidos. No merece ni un voto de la ciudadanía, tan solo un escupitajo asqueroso en el rostro.
«!Que nadie vote por ese canalla! !Que ni siquiera los peledeístas marquen su cara burlona y cínica!»