Por Willians De Jesús Salvador
El 18 de abril de los corrientes, llega a su final las responsabilidades pastorales de Monseñor Ramón Benito de La Rosa y Carpio, después de un dilatado ministerio pastoral de profundo contenido espiritual, intelectual, intensa labor comunitaria y humana , como resultante de su vocación sacerdotal. Ordenado sacerdote en 1965 por Mons. Juan Félix Pepén, como resultante de su vocación sacerdotal, que se inició como Vicario Cooperador en la Parroquia de Hato Mayor (1965) y Santa Rosa de La Romana. (1968-1971).
Mons. Benito de La Rosa y Carpio, tiene un impresionante currículo como sacerdote e intelectual, se desempeñó como Profesor de Religión de La Romana e Higüey (1968-1983). Asesor Diocesano de la Juventud y del Movimiento Familiar Cristiano (1969-1971). Vicario Ecónomo de la Parroquia Guaymate (1970-1971) y Pro-Vicario General de la Diócesis de Higüey (1971-1975). Rector de la Basílica Nuestra Señora de la Altagracia y del Seminario Menor San Pablo, de Higüey (1971-1983). Asesor Diocesano Teológico de Catequesis (1971-1983), siendo digno de destacar que es una autoridad en «Pedagogía y Metodología Catequética», según nos ilustró el Sr. Rector de la Pontificia Universidad Católica Madre y Maestra (PUCMM), Reverendo Padre Dr. Ramón Alfredo De La Cruz Balderas.
Su grandilocuente labor al frente de la Renovación Carismática y del Movimiento de la Visita Domiciliaria (1974-1983), en cumplimientos a las órdenes de nuestro Sr. Jesucristo quien dijo: «Toda autoridad me ha sido dada en el cielo y sobre la tierra. Vayan, por lo tanto, y hagan discípulos.» (MATEO 28:18, 19.) Este mandato constituye la Alma Mater de un ministerio pastoral para salvar almas.
En su largo periplo pastoral, Mons. de La Rosa y Carpio, deja sus huellas indelebles en los Cursillos de Cristiandad (1976-1983) que fecundos resultados han dado para el crecimiento de la Iglesia Católica en la República Dominicana.
Fue Administrador Diocesano (1975) y Vicario General (1975-1983). Director Espiritual del Pontificio Seminario Mayor Santo Tomás de Aquino (1988). Presidente de las Comisiones Nacionales de Pastoral Vocacional (1993-1995); Formación Integral Humana Religiosa (F. I. H. R.), de 1999-2002; para los migrantes, desde 2005. Asesor Espiritual General de la Comunidad de Siervos de Cristo Vivo, desde hace dieciséis años.
Monseñor Ramón Benito de La Rosa, es considerado un intelectual de fuste, que ha contribuido realizando grandes e importantes contribuciones a través de sus artículos periodísticos y declaraciones públicas las cuales procuran el bien colectivo sobre todo para los desheredados de la fortuna.
Realiza sus estudios de Secundaria en el año 1954 en el Seminario Menor Santo Tomás de Aquino, en Santo Domingo. Estudios de nivel superior en Filosofía y en Teología, en el Seminario Mayor Santo Tomás de Aquino, en los años 1958 y 1961, respectivamente. Obtuvo el grado de Licenciatura en Ciencias Religiosas en Roma, en 1966; graduado en Catequesis por el Instituto Católico de París, en 1968; presentó su tesis doctoral sobre la Teología de la Altagracia, en la Universidad Pontificia Javeriana, de Bogotá, en 1987.
Se desempeña como Obispo de La Altagracia (1995-2003); y en el año 2003, es nombrado Arzobispo Metropolitano de Santiago de los Caballeros.
El pastor que termina su ministerio, deja sus huellas en a nivel latinoamericano, podemos citar de manera sucinta: «Presbítero dominicano, delegado a la III Conferencia del Episcopado Latinoamericano, Puebla, en 1979, y delegado a varios eventos eclesiales internacionales. Es elegido Secretario Ejecutivo en el Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM) de los Departamentos de Catequesis (DECAT) y del Departamento de Educación (DEC), en el período 1983-1987, residiendo esos años en Bogotá. Experto del DECAT-CELAM, de 1987- 1991; Miembro de su Comisión Episcopal, de 1991-1995; y su Presidente, de 1995-1999. Miembro de la Directiva de la Organización de Seminarios de América Latina (OSLAM), de 1988-1994. Miembro fundador de la Asociación de Catequesis de América Latina, 1995. Miembro de la Comisión Episcopal del DEC-CELAM, de 1999-2003. Secretario General del CELAM, 2003. Formó parte del Equipo logístico de apoyo a la IV Conferencia General del Episcopado Latinoamericano, Santo Domingo, 1992, y Obispo delegado para la V Conferencia (2007)».
Su participación en el área académica puede resumirse, área de la Educación, destacan sus funciones como Rector Pontificio del Seminario Mayor Santo Tomás de Aquino, de 1988-1995; Presidente de la Fundación Universidad Católica del Este (UCADE), de 2001-2003; Presidente de la Academia Altagraciana, desde 2003; y Gran Canciller y Presidente de la Junta de Directores de la Pontificia Universidad Católica Madre y Maestra (PUCMM), 2003.
Como escritor ha sido intenso, perspicaz y de un estilo sencillo, pero de profundo contenido espiritual. Sus colaboraciones en periódicos y revistas, nacionales e internacionales; junto a la publicación de folletos y libros, de manera individual o en colaboración con otros autores. Recordamos sus escritos en los periódicos El Sol («Década 80»), Listín Diario («Un Momento»), El Siglo («Valores y Virtudes») y El Caribe («Certifico y Doy Fe»), en Santo Domingo; La Voz del Santuario, El Cometa y El Planeta, en Higüey; El Camino, de la Arquidiócesis de Santiago; y, en los órganos informativos de la Comunidad de Siervos de Cristo Vivo, en Santo Domingo y del CELAM, en Bogotá.
Su legado de libros y folletos, debemos destacar las publicaciones de folletos y libros destacan los siguientes títulos: La Reforma Social (1962); Razones para Vivir (1977); Navidades Nuestras (1982); Ética y Política, PUCMM (1990); Quién Liberará este Pueblo (1991); Todas las cosas las hace el mismo y único Espíritu (1993); Dios, Familia, Comunidad e Iglesia (1994); Mons. De La Rosa, Obispo de la Altagracia (1995); Nuestra Señora de la Altagracia (1997); La Universidad por un Nuevo Humanismo, UCSS (2001); Fundamentos de la Ética y la Moral, PUCMM (2002); Mons. de La Rosa, Arzobispo de Santiago (2003); Borrador para un cuento de Navidad; Los diez elementos básicos para un verdadero nacimiento en tiempos de Navidad (2005); La Acogida, Misión Evangelizadora (2005); La Eucaristía, fuente y cumbre de la vida de la Iglesia (2006). En colaboración con otros autores ha publicado La Niñez en la República Dominicana, PUCMM (1976); Catequesis sobre el Obispo (1989 y 1995); Evangelización, catequesis, catequistas, Madrid (1999); y, Poemas, en Interiorismo, Ateneo Insular (2001).
Al leer sus datos biográficos a grandes rasgos, se confirma las expresiones del Lic. Arquímedes Cabrera, quien en una peña entre amigos, al ponderar la intensa labor de Monseñor Ramón Benito de La Rosa Carpio, manifestó en un tono solemne, estremecido por la admiración que le profesa : «Santiago ha tenido el privilegio de tener un Pastor para su feligresía de excepción, quien ha sabido orientar la sociedad con sus sabios consejos, trabajar hombro con hombro con todos los sectores de la Provincia, y en días de tristeza y desolación como fue cuando la tormenta Olga, participó arduamente en la reconstrucción de los barrios afectados, puedo testimoniar sus ingentes esfuerzos para nuestro desarrollo espiritual, cultural y social«.
Me correspondió intervenir, y argumenté: El terminar su ejercicio como Arzobispo en cumplimiento a la edad establecida por el Vaticano, no significa que el país prescinda de este activo intelectual y referente espiritual, sobre todo que sus predicas sobre la ética hoy son más necesarias que nunca, por el relajamiento del sistema judicial y la impunidad a la corrupción de Estado.
Además, los grandes inventos y aportes científicos los hombres los han realizado en la tercera edad, por ejemplo, ya en la senectud Galileo Galilei, astrónomo, ingeniero, físico, matemático y científico le arrancó los misterios al universo con un toco telescopio, iniciando en el año 1610 «La Revolución Científica», y Nicolás Copérnico hizo trizas la teoría geocéntrica, y asegura que la tierra se mueve, propone que el centro del sistema solar es el sol, y no la tierra (teoría heliocéntrica).
Monseñor, conozco por experiencia propia, que se acorta abruptamente la elocuencia en momentos de la despedida. Alexander von Humboldt considerado el «padre de la Geografía Moderna», en el momento que viajaría de Alemania hacia América, al despedirse de Europa, expresó: «Es difícil decirle adiós a un pueblo cuando se lleva en el alma«.
Por estas razones, le caen como anillo al dedo las tres palabras pronunciadas por Julio César en 47 a. C., al dirigirse al Senado romano, describiendo su victoria reciente sobre Farnaces II del Ponto en la Batalla de Zela, dijo: «Veni, vidi, vici», que se traduce «Vine, ví y vencí«.