Por Washington Cabello
QUITO, Ecuador.- El inicio de la visita del Papa Francisco, por tres días a Ecuador, arrancó con un fuerte tinte político. El presidente Rafael Correa aprovechó su discurso de bienvenida no solo para citar muchas frases del máximo representante de la Iglesia católica en torno a la distribución de la riqueza y la inclusión, sino para decir que le exaspera la injusticia y la exclusión.
«El gran pecado social de nuestra América es la injusticia» ha dicho el jefe de Estado, al tiempo que resaltó -basado en varios documentos católicos- que la política y la economía deben ponerse al servicio de la vida. «La tradición cristiana nunca reconoció como absoluto o intocable el derecho a la propiedad privada y subrayó la función social de cualquier forma de propiedad privada».
En son de broma, el mandatario ha dicho que el Papa es argentino, Dios es brasileño y el paraíso es ecuatoriano, por su belleza y su enorme riqueza cultural y ambiental. Y que el Ecuador tiene un compromiso con el planeta y que por eso lo protege a nivel constitucional y que busca el buen vivir de la gente.
La intervención presidencial fue de 12 minutos y el papa le respondió en 5.
«Le agradezco su consonancia con mi pensamiento. Me ha citado demasiado. Gracias», le ha dicho al tiempo que regresaba a mirar a Rafael Correa, y enseguida ha agregado que le corresponde con sus mejores deseos para el ejercicio de su misión, «que pueda lograr lo que quiere para el bien de su pueblo».
Dio gracias a Dios por poder estar de regreso en América Latina y a todos los que le han abierto las puertas de su corazón. E inmediatamente dijo que venía como testigo de la misericordia de Dios y fe en Jesucristo.
«En el presente, nosotros también podemos encontrar en el evangelio las claves que nos permitan afrontar los desafíos actuales, valorando las diferencias, fomentando el diálogo y la participación sin exclusiones, para que los logros y todo este progreso en desarrollo que se está consiguiendo se consolide y se garantice un futuro mejor para todos, poniendo una especial atención en nuestros hermanos más frágiles y en las minorías más vulnerables que son la deuda que todavía toda América Latina tiene. Para esto, señor presidente, podrá contar siempre con el compromiso y la colaboración de la Iglesia, para servir a este pueblo ecuatoriano que se ha puesto de pie con dignidad».
Los helicópteros sobrevolaron el centro norte de Quito desde muy temprano y, a tres horas de la llegada, del papa Francisco a Ecuador se cerraron varias de las vías que conectan el aeropuerto Mariscal Sucre con la capital, para garantizar la seguridad del máximo representante de la Iglesia Católica.
La gente llegó a las calles por donde transitó el Papa, camino a la Nunciatura donde se hospedó, cinco horas antes que el avión de Alitalia aterrizara junto a su comitiva y los 77 periodistas que le acompañaban. El Airbus 330 tocó suelo ecuatoriano a las 14:44, 16 minutos antes de lo esperado.
La ceremonia de recibimiento, en la plataforma de la Aviación General, fue sencilla y corta. No estuvo exenta de un incidente que le sacó una sonrisa al Papa. El fuerte viento que soplaba hizo que su solideo volara por los aires.
No hubo honores militares. Un grupo de niños indígenas portaban regalos (artesanías ecuatorianas), que le fueron entregadas. A lo largo de la alfombra roja otros pequeños agitaron las banderas de Ecuador y de El Vaticano. El papa les dio la mano al primer grupo y la bendición a algunos más. Al final de la ceremonia saludó a los demás y a varios miembros de la prensa.
En su primer contacto con los ecuatorianos a bordo del papa móvil, cientos de personas de todas las edades salieron a las calles para saludarle, lanzarle flores y pétalos de rosas. A su paso la gente gritaba «Viva Francisco», «viva el Papa», «bienvenido» y aplaudían. Sin embargo, en el sector conocido como el ciclista, que fue justamente por donde entró Francisco a la ciudad, ante las voces de varias personas que dijeron ver al presidente subir en otro carro unos metros más atrás empezaron los gritos de «fuera Correa, fuera» y las pifiadas duraron un par de minutos. La caravana aceleró su paso.
Ecuador, en las últimas cuatro semanas, ha estado sumido en manifestaciones en varias ciudades del país, en protestas por dos leyes tributarias presentadas por el Gobierno y que fueron retiradas temporalmente mientras se anunciaba el inicio de un diálogo nacional sobre la redistribución de la riqueza. Sin embargo, esta agenda se ha ido ampliando: rectificación del manejo económico, no a la reelección indefinida presidencial y derogatoria de un decreto ejecutivo relativo a la salud, entre otros.
El Gobierno ha respondido con acusaciones de intentos de desestabilización y de lo que denomina «golpe de Estado blando» en contra de varios miembros de la oposición y de tres autoridades locales y ha descalificado a quienes se han pronunciado en contra de sus propuestas. El sábado lo hizo en contra de la Federación Nacional de Cámaras (sector empresarial) y repitió sus acusaciones semanales en contra de la prensa privada.
Paralelamente ha desplegado una campaña publicitaria en medios de comunicación en las que se explica sus leyes, invita al diálogo y ha colocado pancartas con la imagen y frases del papa Francisco respecto a la equidad y la redistribución de la riqueza, que coinciden con las declaraciones que han hecho las autoridades.
El presidente Correa ha dicho que no ha usado políticamente las palabras ni la visita del papa, pero en las redes sociales han llovido las críticas y los ‘memes’ en contra de la actitud gubernamental.
Cortesía: Saudia Levoyere, elmundo.es