Por Sin Reservas
El Adviento, es el tiempo con el cual se inicia el Año Litúrgico Cristiano. Consiste en un período de preparación espiritual para la solemnidad de la Natividad, nombre litúrgico de la Navidad, en la cual se celebra el nacimiento de Jesús
El primer domingo de Adviento es el primer día del Nuevo Año Litúrgico para la Iglesia Católica y en esta ocasión, en el Evangelio (Lucas 21, 25-28.34-36), Jesús anima a los fieles a «estar atentos y vigilar».
Asimismo, las lecturas bíblicas de esta primera semana y la predicación son una invitación a estar vigilantes para cuando venga el Señor. Por ello, es importante que en las familias se haga un propósito que les permita avanzar en el camino hacia la Navidad.
El Adviento, comprende las cuatro semanas anteriores a la Navidad. Empieza el domingo más próximo al día de San Andrés, que se celebra el 30 de noviembre.
El Adviento, significa en latín: «Adventus Redemptoris», «venida del Redentor» es el primer período del año litúrgico Cristiano, y consiste en un tiempo de preparación espiritual para la celebración del nacimiento de Cristo.
Su duración suele ser de 22 a 28 días, dado que lo integran necesariamente los cuatro domingos más próximos a la festividad de la Natividad (celebración litúrgica de la Navidad), pero en el caso de la Iglesia ortodoxa el Adviento se extiende por 40 días, desde el 28 de noviembre hasta el 6 de enero.
Durante el Adviento, se coloca en las iglesias «una corona de ramas de pino, llamada corona de Adviento, con cuatro velas, una por cada domingo de Adviento. En algunos hogares también las colocan.
Tradicionalmente a cada una de las cuatro velas se le asigna una virtud que hay que mejorar en esa semana, por ejemplo: la primera, el «Amor»; la segunda, la «Paz»; la tercera, la «Tolerancia» y la cuarta, la «Fe».
Los fieles cristianos consideran al Adviento como un tiempo de oración y de reflexión caracterizado por la espera vigilante (es decir, tiempo de esperanza y de vigilia), de arrepentimiento, de perdón y de alegría
Es un momento propicio o tal vez después del encendido de la primera vela de la corona de adviento, los miembros del hogar podrían comenzar revisando las relaciones familiares y terminar pidiendo perdón a quienes se ha ofendido, así como dándolo a los demás.
Esto debe ser el principio de un renovado año en el que se buscará seguir creciendo en un ambiente de armonía y amor familiar. Lo cual también deberá extenderse a los demás grupos con el que cotidianamente uno se relaciona, ya sea en la escuela, el trabajo, el vecindario, etc.
Para terminar, es importante recordar que el Año Litúrgico es el conjunto de las celebraciones con las cuales la Iglesia conmemora anualmente el misterio de Cristo.
El tiempo de Adviento, que es el primer período del Año Litúrgico, tiene una duración de cuatro semanas, comienza este domingo 28 de noviembre y se prolonga hasta el 24 de diciembre. Las lecturas son las correspondientes al Ciclo C.
En la Iglesia ortodoxa, el Adviento incluye como nota particular una abstinencia estricta de ciertos alimentos, que torna en un ayuno estricto (conocido como el ayuno de la Natividad) en el caso de la Iglesia ortodoxa copta.
«En el pasado, en los cuatro domingos de adviento, se observaba con el mismo rigor que la cuaresma».
También los domingos de Adviento, la familia o la comunidad se reúne en torno a la corona de Adviento, se lee la Biblia y se hace alguna meditación. La corona se puede llevar al templo para ser bendecida por el sacerdote.
La liturgia del Adviento cristiano comenzó a moldearse en Galia e Hispania, a fines del siglo IV y durante el siglo V, como preparación ascética para la celebración de la Navidad. Aquel preludio de la celebración del nacimiento de Cristo, tenía una duración de tres semanas, que se unían a la preparación de los bautismos, por entonces administrados en la festividad de la Epifanía. De hecho, el canon 4 del Primer Concilio de Zaragoza (año 380) señalaba que:
«Durante veintiún días, a partir de las XVI calendas de enero (17 de diciembre), no está permitido a nadie ausentarse de la iglesia, sino que debe acudir a ella cotidianamente». Citado por H. Bruns, de Canones Apostolorum et Conciliorum II, Berlín, 1893, 13-14.3
Existen noticias de que en la Galia, el doctor de la Iglesia, Hilario de Poitiers (siglo IV) invitó a los fieles a prepararse al Adviento del Señor con tres semanas de prácticas ascéticas y penitenciales.
Ya en el siglo V se practicó como tiempo de preparación para la Navidad la cuaresma de San Martín, así llamada por iniciarse el 11 de noviembre, en la festividad de San Martín de Tours (Patrología Latina 71: 566).
En el mismo siglo aparece la asociación del tiempo de preparación para la Navidad con notas de índole social, vinculando este período con la práctica del amor al prójimo, con énfasis en los peregrinos, viudas y pobres:
«En preparación para la Navidad del Señor, purifiquemos nuestra conciencia de toda mancha, llenemos sus tesoros con la abundancia de diversos dones, para que sea santo y glorioso el día en el que los peregrinos sean acogidos, las viudas sean alimentadas y los pobres sean vestidos». Sermón de San Máximo de Turín, Patrología Latina 57:224.234
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