Por Juan Tomás Valenzuela Que efemerides mas triste, Francisco Alberto Caamaño, que terrible desengaño del pueblo en que tu creiste, esa llama que encendiste en la fé de los palmeros, tu porte de caballero, tu gallardía y tu arrojo, tu decisión y tu enojo contra un gobierno cuatrero. Que triste es ver tu legado en manos de delincuentes. Los pasados, los presentes, por demás confabulados. ¡Ay Francis… tu pueblo amado! servido como carroña. Nunca viste…
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