Por Ricardo Bustos
Aunque a juzgar por los hechos, la Organización Mundial de la Salud deja mucho que desear en algunos aspectos vinculados al control de la salud de la población, en este caso es probable que debamos otorgarle una cuota de credibilidad porque se trata de algo que nos llevamos por delante todos los días y en cualquier lugar.
Hasta ahora la información oficial no reconoce el daño tremendo que produce en la psiquis el uso y abuso de todos los nuevos elementos de comunicación modernos como internet «con fanatismo» o la desesperación de estar todo el santo día atentos por si «suena» el celular y en los niños los dichosos jueguitos.
Precisamente de esto último y en referencia al comportamiento de los niños frente a la pantalla de la PC o la Tablet es que tuve la oportunidad de comprobar hasta que punto desvía la atención que tendría que estar centrada en los estudios o en algún momento del día, con los juegos al aire libre.
En lo personal, tenemos un matrimonio de vecinos jóvenes con un niño de 9 años, educado, respetuoso, inteligente como todos los de su edad cuando se ve que han tenido control de sus padres en lo que respecta al comportamiento escolar, pero ocurre que como al mudarse no tienen aún conectado el cable de TV e internet, nosotros le invitamos para que no pierda contacto con aquello que le entretiene que son los jueguitos y las películas infantiles.
Hasta acá todo normal, pero ocurre que transcurrida una semana, se está «aburriendo» tanto de los jueguitos y las películas y nos ha solicitado si puede «bajar» juegos de la computadora, algo que no le hemos permitido porque la experiencia indica que al hacerlo los virus se adueñan del sistema y después no sirve ningún archivo de los que tengo para desarrollar mi actividad.
A esto, debemos sumarle que, el día domingo invitamos al niño para ir al río Paraná que nos queda a unos 12 kilómetros de casa y la sorpresa fué grande cuando miro por el espejo retrovisor su rostro con el gesto característico de «niño amargado», entonces le consulté si le gustaba el paseo y me respondió con sus nueve años… «me aburre un poco».
Ante esta respuesta, al regreso hablamos con sus padres y le comentamos lo mismo que estoy desarrollando en esta reflexión y que a partir de ahora, serían ellos los que debían tomar el control de la situación pues para nosotros, era un síntoma in-equivoco que el niño estaba manifestando una extraña sensación de aburrimiento en varias disciplinas en simultaneo, por lo tanto le sugerimos que quizá fuera mejor que volviera a ocupar su mente con todo aquello relacionado a la lectura y el esparcimiento al aire libre porque de seguir así, iba a convertirse en niño autómata como muchos de los miles que hoy vemos conectados o mejor dicho enchufados durante todo el día, ajenos a todo lo que le rodea, incluso a sus familiares mas cercanos.
La alarma en nosotros sonó, al tener poco conocimiento sobre la conducta de nuestro pequeño vecino, hace pocos días, cuando sus padres decidieron ir a comprar unas empanadas a un comercio cercano y como demoraban porque debían aguardar que las calentaran en el horno, el niño apareció en casa golpeando la puerta, asustado y llorando porque al estar solo mas tiempo de lo que estaba acostumbrado, entró en pánico y tuvimos que contenerlo hasta que volvieran sus padres.
Lo insólito es que el único elemento a mano que encontramos para que salga de ese estado fué decirle que jugara con la computadora y fué así que al instante dejó de pensar en sus progenitores, las empanadas o nosotros mismos porque su mundo a partir de ese mismo instante pasó a ser el de los juegos en la pantalla.
Todo esto es muy grave y los niños que son atrapados por esta forma de vida electrónica, lamentablemente tarde o temprano, algún trastorno emocional se hará dueño de sus vidas.
Los especialistas creen que el uso de las nuevas tecnologías pueden afectar el momento de estudiar en los niños que son los mas afectados por los dispositivos que les perjudican la atención, concentración y la memoria.
En el tema que nos ha tocado de cerca, puedo decir que encontramos en los padres de nuestro vecino pequeño, el eco que hubiera deseado cualquier persona mayor que espera lo mejor para un niño. Hoy mismo, han dedicado toda la tarde a controlar como prepara su hijo las dos materias que tiene como examen el día de mañana y eso ya es un logro porque demuestra que a pesar de su juventud, esos padres tienen muy claro que el control sobre su hijo también redundará en beneficio para el futuro.
El problema mas grave radica en el fanatismo de muchos mayores que ante la menor crítica sobre su comportamiento, al estar prisionero de las redes o el celular, toda vez que alguien se lo hace ver, reaccionan de manera casi violenta como si lo único importante en sus vidas fuera esta nueva forma de actuar frente a una computadora «hablando» con quienes no conocen y de los que se consideran «amigos».
El autor es: Locutor Nacional-Comunicador.
Capiovi Misiones, Argentina
DNI 7788556